Durante un largo tiempo viví en Utopía. Frecuentaba a todos aquellos que como yo soñaban de habitar un no-lugar donde todas las almas serian perfectas. Este deseo del ideal, cortado de la realidad, nos daba un sentimiento de todo poderosísimo beato. Anteriormente, esta vez sobre la tierra, había tratado de refugiarme en los sueños, con el fin de huir una realidad insoportable. En Utopía, era diferente, bastaba de concebir un ideal, y acto seguido de someternos a lo que veníamos de inventar. “sería maravilloso, decíamos, de vivir juntos en una ciudad pura, justa, sin jerarquía. Nuestras relaciones serian transparentes puesto que no tendríamos nada que ocultar, no tendríamos necesidad de secretos”. En Utopía, pensábamos que aquellos que experimentan un mundo personal se des solidarizaban del grupo. Es de parte de ellos que llega la infelicidad puesto que resquebrajaban nuestra utopía. Todos iguales, todos perfectos, todos felices, la vida ya no es una aventura en un mundo en equilibrio.
“Escriba joven sin miedo, que en Chile nadie lee.” ANDRÉS BELLO