No es muy admirable, pero como estamos entre nosotros, podemos decirlo: no basta con ser felices, lo que importa es que los demás sean infelices. Freud lo llamó "Schadenfreude" - la alegría malvada...
Obviamente yo no les deseo eso, y desde aqui #felizlunes
Y nunca le da al clavo.
Si estos métodos pretendían hacernos felices solos, o en pareja, o peor en familia, y por qué no en rebaño, si estos métodos tubiesen la menor eficacia, habría que decir que el consumo de drogas psicotrópicas, drogas y alcohol habría caído - si los métodos de "Self Help" como se dice en los Estados Unidos para calificar esta seccion gigantesca en las librerías, si estos métodos no funcionan, es quizás porque somos demasiado angelicales.
En realidad, lo que se necesita para sentirse bien no es sólo ser feliz, sino también y sobre todo saber que los demás son infelices. Esta certeza es anterior a la de Freud - Aristóteles ya lo había comentado en la Ética de Nicomaco.
Riendo estúpidamente cuando alguien se cae
En Aristóteles hay una nueva palabra Epichairekakia, una palabra que puede traducirse literalmente como alegría nacida del mal, un término que se refiere a la fea emoción que sienten aquellos que, lejos de estar entristecidos por la desgracia de los demás, se regocijan en ella. Ha pasado mucho tiempo desde Aristóteles, pero este sentimiento permanece: es él quien explica por qué uno puede reír tontamente cuando alguien cae, un sentimiento tan presente que ha dado a luz horas de programación televisiva, los tontos calamitosos.
Además, según Spinoza, gran parte de la compasión sería Schadenfreude. Sentimos lástima por alguien por su sufrimiento, tomamos noticias de él, pero en realidad, una mala alegría brota en nosotros, así que la compasión a menudo es un sentimiento ambivalente.
En la superficie, nos presentamos como seres sensibles, cuidando del otro -en realidad, nos colgamos de los desastres y tragedias de los que nos rodean- como escribió Nietzsche: "Si el "hombre" tiene razones momentáneas para ser feliz él mismo, no obstante, acumula las desgracias de su prójimo y saca de ellas alegrías malignas.
Ahora, que tengas un buen día esperando que este le traiga su dosis de Schadenfreude.
Obviamente yo no les deseo eso, y desde aqui #felizlunes
Este principio es en realidad mucho más poderoso que los muchos métodos propuestos hoy para enseñarnos a ser felices. Muchas personas sabias y menos sabias, psicólogos algo, en definitiva, los coaching emocional nos ofrecen experimentar el placer de la alegría de ser felices.
Y nunca le da al clavo.
Si estos métodos pretendían hacernos felices solos, o en pareja, o peor en familia, y por qué no en rebaño, si estos métodos tubiesen la menor eficacia, habría que decir que el consumo de drogas psicotrópicas, drogas y alcohol habría caído - si los métodos de "Self Help" como se dice en los Estados Unidos para calificar esta seccion gigantesca en las librerías, si estos métodos no funcionan, es quizás porque somos demasiado angelicales.
En realidad, lo que se necesita para sentirse bien no es sólo ser feliz, sino también y sobre todo saber que los demás son infelices. Esta certeza es anterior a la de Freud - Aristóteles ya lo había comentado en la Ética de Nicomaco.
Riendo estúpidamente cuando alguien se cae
En Aristóteles hay una nueva palabra Epichairekakia, una palabra que puede traducirse literalmente como alegría nacida del mal, un término que se refiere a la fea emoción que sienten aquellos que, lejos de estar entristecidos por la desgracia de los demás, se regocijan en ella. Ha pasado mucho tiempo desde Aristóteles, pero este sentimiento permanece: es él quien explica por qué uno puede reír tontamente cuando alguien cae, un sentimiento tan presente que ha dado a luz horas de programación televisiva, los tontos calamitosos.
Además, según Spinoza, gran parte de la compasión sería Schadenfreude. Sentimos lástima por alguien por su sufrimiento, tomamos noticias de él, pero en realidad, una mala alegría brota en nosotros, así que la compasión a menudo es un sentimiento ambivalente.
En la superficie, nos presentamos como seres sensibles, cuidando del otro -en realidad, nos colgamos de los desastres y tragedias de los que nos rodean- como escribió Nietzsche: "Si el "hombre" tiene razones momentáneas para ser feliz él mismo, no obstante, acumula las desgracias de su prójimo y saca de ellas alegrías malignas.
Ahora, que tengas un buen día esperando que este le traiga su dosis de Schadenfreude.
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