No nos basta con concebir otro mundo posible, hay que localizarlo. Las utopías, subgénero literario que existía antes incluso de ser bautizados así por el humanista inglés Thomas More en 1516, han consistido en la descripción de esos lugares, donde una sociedad alternativa, una sociedad soñada o de pesadillas, podría ser proyectada. Contrariamente a lo que deja entender la etimología, no se trata de “no lugar” u-topía absoluto sino que de un lugar concreto que sabemos que existe, entonces podemos situar sus límites, pero que la mirada de nuestro mundo, de nuestra civilización, no ha podido llegar. Con More, por ejemplo, con el afán de preservar el misterio de localización exacta de la isla, al personaje Raphael le da una tos, al momento de dar la información que en ese momento era secreta. Esos artificios narrativos aparecen seguido en las utopías, dónde sin embargo podemos tentar una suerte de cartografía. Los autores de utopía no los han emplazado en cualquier parte, siempre lo han
“Escriba joven sin miedo, que en Chile nadie lee.” ANDRÉS BELLO