Justo cuando empezamos a registrar en nuestra memoria un rastro de lo que hemos experimentado, algunas de las redes de células nerviosas que componen nuestro cerebro se transforman. Y así, de una manera aparentemente paradójica, es nuestra misma capacidad de ser otros, de transformarnos, sin siquiera sentirlo, mientras vivimos nuevas experiencias, lo que nos permite recordar lo que hemos vivido. Lo que no nos transforma no nos deja recuerdos. Y por esta razón, de una manera aparentemente extraña, si somos capaces de recordar lo que hemos experimentado, es porque ya no somos los mismos que cuando lo experimentamos. Es porque nos hemos vuelto un otro. Yo soy los otros, dijo Rimbaud. Con cual reina te quedas?? Cada memoria, cada recuerdo, es la prueba viviente de que me estoy volviendo constantemente un otro. Que nos volvemos constantemente otros.
“Escriba joven sin miedo, que en Chile nadie lee.” ANDRÉS BELLO