Justo cuando empezamos a registrar en nuestra
memoria un rastro de lo que hemos experimentado, algunas de las redes de
células nerviosas que componen nuestro cerebro se transforman. Y así, de una
manera aparentemente paradójica, es nuestra misma capacidad de ser otros, de
transformarnos, sin siquiera sentirlo, mientras vivimos nuevas experiencias, lo
que nos permite recordar lo que hemos vivido. Lo que no nos transforma no nos
deja recuerdos. Y por esta razón, de una manera aparentemente extraña, si somos
capaces de recordar lo que hemos experimentado, es porque ya no somos los
mismos que cuando lo experimentamos.
Es porque nos hemos vuelto un otro.
Yo soy los otros, dijo Rimbaud.
Con cual reina te quedas??
Cada memoria, cada recuerdo, es la prueba viviente
de que me estoy volviendo constantemente un otro. Que nos volvemos constantemente
otros.
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