Mi nueva novela tiene para héroe a una heroína, perdon, dos heroinas (en este momento parece que vende más) que han posado para mi de forma gratuita: jovenes elegantes, dinámicas, vegetarianas, deportivas, solteras a tiempo parcial, habiendo fundado su propia empresa y no teniendo ambos pies en el mismo zapato.
Francisca llama a una carnicería y pregunta:
- ¿Tiene orejas de toro? Sí.
- ¿Y patitas de cerdo? Sí.
- ¡Dios mío! Es un monstruo!!!
Los cuentos…esas historias que se cuentan a los niños, plagadas de personajes fantásticos, de seres irreales que intervienen en aventuras extraordinarias que ocurrieron en la dimensión temporal “Erase una vez” y se localizan en “El país de nunca jamás”. Tienen la cualidad de recoger fantasías universales en el tiempo y en el espacio y ofrecen a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo.
Francisca llama a una carnicería y pregunta:
- ¿Tiene orejas de toro? Sí.
- ¿Y patitas de cerdo? Sí.
- ¡Dios mío! Es un monstruo!!!
Los cuentos…esas historias que se cuentan a los niños, plagadas de personajes fantásticos, de seres irreales que intervienen en aventuras extraordinarias que ocurrieron en la dimensión temporal “Erase una vez” y se localizan en “El país de nunca jamás”. Tienen la cualidad de recoger fantasías universales en el tiempo y en el espacio y ofrecen a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo.
Aunque
son relatos anclados en la fantasía, en realidad hablan de aspectos
reales de la vida, de problemas cotidianos, de grandes conflictos
psicológicos, que toman forma de situaciones cotidianas. El cuento
permite confrontar la realidad mediante la fantasía de lo irreal, esta
paradoja es la entrada al acceso directo del niño consigo mismo. “Los
cuentos de hadas son exploraciones espirituales y por lo tanto, lo más
parecido a la vida real, puesto que revelan la vida humana vista o
sentida desde el interior” es así como los describe Lewis Carroll.
Los
cuentos hablan al Yo en formación del niño, pero envían importantes
mensajes al inconsciente, dado que hacen referencia a problemas
universales. A veces el niño puede no captar el contenido del cuento a
nivel consciente, pero sí lo hace en el registro inconsciente gracias al
lenguaje simbólico que metaforiza los pensamientos y sentimientos,
llevándolos fuera de su contexto original. Lo que no nos permitimos
decir ni decirnos, ya está dicho, lo dicen las Hadas por nosotros y nos
invitan a apropiarnos del pensamiento sin culpa ni remordimiento. Es un
lenguaje simbólico, claro está, pero como el simbolismo del lenguaje
permite entrar en contacto con lo simbolizado sin tener que nombrarlo y
el niño, que no puede hacerse cargo de su pulsionalidad emergente, de
sus deseos imperiosos que demandan satisfacción inmediata, sí puede
gestionarlos y tramitar sus urgencias internas si se presentan
convenientemente simbolizadas.
El
niño o la niña (no importa el género) se identifica con el personaje
del cuento tanto en sus aspectos dulces y delicados como en los malvados
y atroces, estos últimos, depositados en otros comparsas del relato,
pudiendo así aceptar el dualismo esencial de la naturaleza humana que
hace que placer y dolor vayan de la mano.
El
Cuento de Hadas es de gran utilidad para la elaboración de conflictos
que hacen sufrir al niño si no encuentra donde depositarlos. El
conflicto envidioso, por ejemplo, está presente en multitud de cuentos.
Los celos, la envidia, la rivalidad no solo fraterna, sino también hacia
los propios padres… el cuento actúa como herramienta terapéutica que
permite elaborar la angustia.
¿Qué
no decir de la madrastra? La bendita madrastra, el personaje que
posibilita hacer una disociación entre los dos aspectos de la figura
materna y poder vivirlo sin culpa. Se trata de separar (disociar) a la
“madre buena” que gratifica y colma de placer, esto es, la madre
pre-edípica; de “la madre mala” que frustra y niega el acceso al padre
investido de la fantasía edípica de la niña. Cuando para la niña, la
relación con su madre es complicada y difícil de manejar, viene en su
ayuda la figura de la madrastra perversa, que se hace cargo de todos
aquellos aspectos contradictorios y generadores de culpabilidad. Es una
disociación de los aspectos malévolos de los bondadosos, para poder así
sentir la protección de estos últimos. Toda la hostilidad depositada en
la madrastra, rescata a la madre buena de la rabia y los deseos
destructivos.
Pero ¿para
qué sirven los cuentos de Hadas además de para todo lo dicho? Pues
sirven para leer…. y la lectura sirve para distanciarnos de nuestra
naturaleza primaria y visceral, y poder acceder a un registro
humanizante que ponga a nuestro alcance los recursos necesarios para no
quedar atrapados en lo primario. Algunos pensadores dicen que no es
suficiente haber accedido al lenguaje para considerarnos humanos, sino
que lo que nos caracteriza como especie humana es la utilización del
lenguaje para narrar historias y cuentos, dando así sentido al caos; que
somos el homo sapiens porque somos el homo narrans y que narrar y
contar historias, es una forma de oponerse a la muerte. Si fuésemos
inmortales, quizá no contaríamos historias. Leer y contar historias
“solo” sirve para saber contarse la vida. Total…..¡nada! Y por otra
parte, si en la infancia hay cuentos de Hadas, en la vida adulta habrá
libros.
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